20 junio, 2010

"La sal de la vida" de Anna Gavalda


Resumen del libro: "La sal de la vida" de Anna Gavalda

"Simone, Garance y Lola, tres hermanos que se han hecho ya mayores, huyen de una boda familiar que promete ser aburridísima para ir a encontrarse en un viejo castillo con Vincent, el hermano pequeño. Olvidándose de maridos y esposas, hijos, divorcios, preocupaciones y tristezas, vivirán un último día de infancia robado a su vida de adultos.

La sal de la vida es un homenaje a los hermanos, compañeros imborrables de nuestra niñez. Una novela con todos los ingredientes que han hecho de Gavalda una de las autoras más leídas y admiradas de la literatura europea: alegría, ternura, nostalgia y humor.

«La sal de la vida es un relato alegre, lleno de sonrisas, de juegos, de reyes, reinas y ases, que nos recuerda que todo es posible todavía», ANNA GAVALDA.


Crítica:


Recuerdo que descubrí a esta autora hace muchos años. Sus libros en francés llamaban poderosamente mi atención y los hojeaba pero, pasó el tiempo, y entre tanto encuentro y desecuentro, no llegué a comprar jamás ninguno de ellos.


En el año 2009 cayó en mis manos, gracias al "Bookcrossing", su novela "Juntos, nada más". En realidad no tenía referencia alguna sobre Anna Gavalda y, en aquel momento, tampoco quise leer  ninguna crítica para poder formarme mi propia opinión al respecto. Definitivamente, la novela me encantó. Me pareció muy bien concebida, interesante, cercana, divertida, reflexiva. 

Sus personajes, los ambientes, los sentimientos, trazados con pasmosa facilidad, me envolvieron y me enamoré del libro. Cuando atisbé el punto y final, aún sabiendo que la historia estaba completa, deseaba más.


Hace un par de semanas, una amiga me envió por correo el último gavaldiano, con motivo de mi cumpleaños, el ya famoso éxito de ventas "La sal de la vida".

El título, sugerente, sabroso y vibrante me prometía una nueva inmersión en el universo de Anna. Me sentí gratamente sorprendida, pues, el libro recién se había lanzado al mercado y aún no lo había descubierto en ninguna librería.


¿Qué decir? Lo devoré. Es una obra ligera, liviana, breve. Sin embargo, para mi gusto le falta fuerza, le falta profundidad, le falta ímpetu.


Es cierto que Gavalda ha declarado en distintas ocasiones que a ella "la facilidad se le hace fácil". Pero de la facilidad a la vacuidad a veces hay un sólo paso. A veces, un abismo. Creo que en este libro, esta frase se hace más patente que en otros de la misma narradora. Entre sus páginas me he encontrado con una retahíla de recuerdos infantiles y juveniles, secretos y confidencias, un poco abigarrados para describirnos la intimidad cómplice de cuatro hermanos, ya adultos, que temen que la madurez los aleje, los separe y, por ello, vuelven a sus lugares comunes, aprovechando la libertad de una horas robadas a un acontecimiento familiar al que no desean acudir.


De nuevo, Anna te permite identificarte con los personajes, a pesar de las muchas y variadas referencias francesas, pero esa fraternidad es igual en todas partes, es un arquetipo. Esa complicidad que tejen los hermanos es insustituíble y un referente inamovible  al que uno puede volver cuando se siente desorientado en la cambiante vida adulta. Incluso cuando empezamos a envejecer.


La infancia, la familia, los entresijos y códigos que se dan entre hermanos vuelven a ser el centro de la novela. Es un refugio, es aquello que nos queda cuando todo parece absurdo o el mundo se tambalea. Gavalda, quizás por oposición a su infancia personal (hija de padres divorciados mal avenidos) aboga por la importancia de esas estructuras en nuestras vidas. 


Más allá de una novela dulce, romántica, reflexiva, elegante, Mdme. Gavalda nos ofrece pequeñas pinceladas, apresuradas y a menudo encadenadas sin que podamos respirar apenas, de estos personajes en su afán de construir un rápido esbozo al que nosotros, más allá de sus palabras, daremos forma, una vez terminado el libro.


El tiempo, unas horas sobre el papel, es el mismo que se nos regala para entender que, si bien la familia no la elegimos, es importante crear lazos consistentes como miembros de la misma para saber que, a pesar del paso del tiempo, de nuestras experiencias, existió ese calor, ese hogar, ese lugar dónde poder volver cuando lo precisemos. Para saberse a salvo, seguro y recuperar fuerzas en deteminados momentos de nuestro camino.


Es una obra sencilla, llena de alegría, buen humor, desparpajo, cariño, que se hace querer pero me ha parecido demasiado superificial, incluso trivial. 

En una entrevista reciente, Anna Gavalda declara que "no hay un mensaje trascendente" en esta obra y es cierto, no lo hay. Reímos, sentimos, añoramos pero la autora usa una arquitectura demasiado óbvia, demasiado corriente y no ha colmado mis expectativas.

Simon, Lola, Garance y Vincent merecían una historia con más luces y sombras. O a mí me lo parece.


Indudablemente, aprendemos que la vida puede ser dulce y amarga, amable y dura, Nuestros cuatro hermanos, en esas horas de escapada y reencuentro, se unen para afrontar, soportar y, a la vez, guarecerse de ese día a día que nos atenaza y que, cada uno, afrontamos como buenamente podemos pero, sin embargo, para reflejarlo en la novela, el recurso de la autora es un revuelto de información. Una tal cantidad  de recuerdos ensortijados, de conversaciones al aire, que puede resultar avasallador y acaba desdibujando a los personajes. 


Recomiendo que se lea este libro porque, a pesar de sus carencias, son más sus cualidades pero espero con expectación la próxima novela de Anna Gavalda. Ésta me ha sabido a poco y a demasiado fácil.

Pasaje favorito:

"Sabíamos que, al pie de ese castillo en ruinas, estábamos viviendo el final de una época y que se acercaba el momento del cambio. Que había que zafarse de esa complicidad, esa ternura, ese amor algo rugoso. Había que desprenderse de todo eso. Abrir la palma de la mano y crecer por fin."(pág 132)


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